En medio de intensos enfrentamientos, el ejército israelí llevó a cabo un operativo en la ciudad de Jan Yunis, identificando y destruyendo varios túneles utilizados por el grupo Hamás para el suministro de armas. Aunque esta acción supone una victoria estratégica para Israel, la ofensiva también dejó un rastro de destrucción, incluyendo la demolición del hospital Naser, provocando la pérdida de decenas de vidas y dejando a los heridos intentando escapar del fuego indiscriminado.
En paralelo, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) se encuentra en riesgo de ser desmantelada debido a presuntas conexiones con el grupo terrorista, lo que podría dejar a miles de personas dependientes de ayuda internacional sin soporte. Este escenario aumenta la posibilidad de que refugiados se vean obligados a abandonar Israel y la Franja de Gaza en busca de seguridad, generando tensiones en los principales puestos fronterizos. Mientras las autoridades israelíes celebran el avance militar, los refugiados palestinos continúan enfrentando condiciones precarias y expresan sentirse “abandonados a su suerte”.