Multitudes de ciudadanos tomaron las calles de Damasco para celebrar el derrocamiento de Bashar al Assad, quien junto a su familia gobernó Siria por más de 50 años. Entre disparos al aire y cánticos, los manifestantes derribaron estatuas del exmandatario y ondearon la bandera revolucionaria. Videos difundidos en redes sociales mostraron a grupos saqueando el palacio presidencial y la residencia de la familia Assad, revelando lujosos bienes acumulados durante décadas de gobierno.
El avance rebelde, que culminó con la toma de la capital siria, ha puesto fin a una era de férreo control, aunque plantea incertidumbres sobre el futuro del país. Según informes, Assad y su familia huyeron a Moscú, donde Rusia les concedió asilo, mientras líderes rebeldes llaman a preservar las instituciones y prometen unidad entre las diversas comunidades del país.