23

de

diciembre

de

2024

- 6:11 am

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Silvia Pinal: ¿Qué pasará con el cuadro que le pintó Diego Rivera?

Silvia Pinal y Diego Rivera coincidieron en 1950, durante la puesta en escena de “El cuadrante de la soledad”, una de las pocas obras de teatro que hizo José Revueltas. Las actuaciones eran de Pinal y José Solé, mientras que en los decorados trabajó Rivera. Aunque en “Esta soy yo”, libro que publicó Editorial Porrúa, la actriz relató que el verdadero primer punto de encuentro fue seis años después, a través de Manuel “Many” Rosen, arquitecto que construyó su casa y también remodeló la del pintor en Altavista.

El 3 de noviembre de 1956, Diego Rivera terminó de pintar el cuadro con Silvia Pinal en vestido negro y cuya espalda es vista por el reflejo de un espejo. Fueron pocas sesiones, intensas, que desembocaron en el día de su santo, justo la fecha en que recogió el cuadro. 

Cuenta también que antes de terminar el cuadro, Rivera le propuso pintar un mural en su casa: “Hacemos un mural con todas sus amistades y conmigo”. Siempre le dijo que no y la propuesta de Rivera se desvaneció entre la bruma del miedo de Pinal por no saber cuánto le costaría un mural en su sala-comedor y “quedar empeñada con él” por no poder pagarlo.

En sus primeras pláticas los nervios persistieron: “Yo seguía pensando… es Rivera, Silvia, es Rivera… ¿aceptará bonos? Dios, ¿cuánto me va a cobrar?, ¿cuánto costará?”, escribió la actriz en “Esta soy yo”, libro que publicó Editorial Porrúa.

“¿Cuánto le debo por el cuadro?”, preguntó otra vez: “Y ahí seguía yo, con las piernas temblorosas y cincuenta mil pesos en la chequera, que correspondían a la raya de mi casa y pensaba que si me pedía más, pues ya le diría que le iría pagando en abonos”.

“Pues fíjese que no, con eso de que hoy es su santo, ¿qué le parece si se lo regalo?”

Tiempo después mandó a hacer dos copias del cuadro. Colocó una en el estudio de Televisa, como elemento decorativo de su famoso programa “Mujer, casos de la vida real”; la otra fue instalada en el vestíbulo del Centro Cultural Diego Rivera, que después se convirtió en el Teatro Silvia Pinal.

El destino que tendrá el cuadro tras su muerte, aseguró a la revista Domingo de EL UNIVERSAL en 2013, ya estaba decidido.

“Les dije a mis hijos que no se los voy a dejar a ellos o se van a sacar los ojos”, bromeó.

“Lo daré en comodato al Museo Estudio Diego Rivera, donde se pintó. Aunque seguirá perteneciendo a mis cuatro hijos”, dijo.

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